Apéndice I: Albores de la Guerra

En Amedrialth la Arquitectos poseían el esplendor en su sociedad y organización en Kael y la Universidad del Entramado en Phoe Mandar.  En Andrin, los mejores arqueros, científicos Ilustrados y espadachines eran célebres por sus heroicas hazañas. Ipsirión destacaba por su creciente economía, por sus fértiles tierras y grandes construcciones. Andories era el reino de política, donde se discutían las  leyes y estatutos que se presentaban ante el Consejo de Amedrialth para la discusión entre los principales mandatarios. Por último Haladris era una basta tierra conformada por 9 estados cuya único punto en común era el Señor de las Montañas, una especie de rey que administraba la conviviencia entre las 9 regiones de su reino, cuya actividad principal era la minería y joyería.
Por años, Amedrialth gozó de una paz envidiable. Las reuniones del Consejo siempre eran productivas y nunca se alzó un pueblo sobre otro. Sin embargo, grupos banderizos que no simpatizaban con el Consejo comenzaron a realizar atentados en diferentes partes del continente. Primero en Andrin, luego en Ipsirión, y así se expandieron como semillas lanzadas al viento. Los Arquitectos de Phoe Mandar no quisieron intervenir, alegando que era un asunto que les confería a cada reino, sin embargo entregaron al Consejo una valiosa Urdimbre que les ayudaría a mantener la paz y salvar vidas inocentes víctimas de atentados. 
Palacio del Consejo en Andories

Así nacieron los Endragorn, los nueve más nobles y destacados guerreros favorecidos por el poder entregado por la Urdimbre. Aquellos quienes eran nombrados como Endragorn poseían una habilidad dada por los Arquitectos, siendo así capaces de hacer frente a todas los ataques contra la paz de Amdrialth. En un comienzo la paz regresó a los diferentes reinos, sin embargo, imperceptiblemente los incidentes vandálicos ocurrían día a día. Los Endragorn se convirtieron en los defensores de Amedrialth, pero para nueve hombres era imposible abarcar todo un continente.
Aún así, los Endragorn libraron importantes batallas donde salieron vencedores, como el Sitio a la Torre de los Vestigios o la Matanza de Kundera. Más efectivos que cualquier ejército reunido, el Consejo había dado con un arma poderosa para mantener el orden y la justicia de sus reinos.
De entre los Endragorn dos de ellos fueron reconocidos por todos los pueblos como los más grandes y poderosos: Seronath Anviel de Andories y Gaibard Itunail de Haladris. Fueron los dos más valerosos y afamados por su capacidad y talento y todos los querían como los tesoros de mayor valor que Amedrialth pudiese poseer. Sus historias aún se cuentan en las tabernas y posadas, y los libros guardados en la Torre atestiguan con veracidad cómo aquellos hombres entregaron su vida en servicio de Amedrialth. Ésta siempre será recordada como una gran época.
Pero cuando el esplendor llega siempre hay algo que lo opaca y en Amedrialth comenzó una gran maldad. En el corazón de un miembro del Consejo nació la idea de realizar un gran torneo: sólo para entretener a las personas pondrían a pelar entre sí a los Endragorn para ver quién de ellos era el mejor. Al vencedor se le otorgaría títulos de nobleza, tierras, dinero y sería nombrado General Mayor del Estado. Estaría a cargo de todos los ejercitos de Amedrialth. La idea tuvo apoyo, instigada por la codicia del dinero que podrían obtener con la gran cantidad de personas que pagarían por tal espectáculo.
Aquel fue un funesto día. Compitieron los Endragorn para saber cuál era el mejor, libraron batallas impresionantes, pero sanguinarias.  El combate final era el esperado: Anviel contra Itunail. Las graderías sin espacios, todos en el anfiteatro espectantes para no perder detalle de la batalla del siglo. Choque de espadas, mandobles de hierro, sangre y un descuido. Gaibard derrotado en el sueño de una humillante manera. Seronath Anviel fue nombrado General Mayor del Estado.
Desde allí, todo cambió. El mundo vio un hito en la historia: el comienzo de algo mayor. En el corazón de Gaibard creció el odio y la venganza. Se le veía por las calles vacío, lanzando oscuras miradas. Al cabo de meses nadie sabía su paradero, ni nadie se acordaba de él. Cuentan algunos testigos que el día que reapareció estaba diferentes, sus ojos tenían algo distinto. Frente a la Plaza de la Herencia, intentó asesinar a Seronath con un cuchillo. El General lo detuvo con damasiada sencillez, Gaibard fue expulsado de Amedrialth por el Consejo de Amedrialth. En un barco zarpó rumbo al este, lejos de todo y para siempre.
Nadie sabe lo que ocurrió después y desde aquí es especulación. Gaibard llegó a la tierra desolada de Aeth donde se encontró con un castillo llamado Fungoruth, de alguna forma se transformó en su Señor del castillo ubicado en el reino de Fungoruth. Se cuenta que cambió su nombre a Maldrek’Deaûl. Nombre que simboliza su oscuridad.

Después de mucho tiempo nueve seres aparecieron. Eran las malignas imitaciones de los Endragorn, llamados Arkadoorm. Seres oscuros y llenos de maldad, poderosos y demoledores. Liderados por Maldrek'Deaul lanzaron un ataque, destruyendo el puerto de Gayaak en Haladris y sembraron el caos en Ellegardia. Comenzaba una gran guerra que habría de cambiar el mundo.
Entonces de nuevo los Endragorn tuvieron que actuar. Seronath llamó a todos sus soldados. Todas las naciones participaron en esta guerra.
Los Endragorn viajaron a Darkegrim, donde la mayor batalla de la historia comenzó. Fue allí donde Seronath llegó al gélido castillo de Maldrek’Deaûl y lo venció robándole la espada que ocupaba para crear un frío invierno. Fungoruth cayó y Galdrin que era una maligna imitación de Andrin fue derrotada por completo.
Seronath fue encontrado muerto en Darkegrim y nunca más se supo de este funesto continente. Los hombres de Andories se mudaron lejos para no interferir en la vida de las demás razas y se fueron a Begaref, el antiguo continente, donde nadie jamás ha ido. Así, terminaba el Amanecer De La Guerra para dar comienzos a los años de paz que durarían muy poco.


Muchos de estos datos han sido recopilados según distintas versiones. Es muy probable que no todo sea lo que parece.

De los archivos de la Torre de los Vestigios en Ipsirion
Torre de los Vestigios
Solomon Bradley

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